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Estado Lara., Venezuela

miércoles, 28 de julio de 2010

SÍ QUIERO, SÉ SANO.

(r-F)

Sí quiero, sé sano.

El Sida es la enfermedad que causa más pánico en este mundo globalizado. Los científicos de la medicina no escatiman esfuerzos para luchar contra esa enfermedad.

Mucho estrago ha causado el Sida, pero ya se muestra en el panorama actual los grandes avances de la ciencia al respecto.

¡Bien por los hombres y mujeres de las ciencias médicas! Hay muchas esperanzas para los que hoy padecen esa enfermedad.

En tiempos antiguos la era la que causaba el terror en las ciudades. Ésta era la más cruel de todas las enfermedades, por varias razones.

Primero. La enfermedad en sí misma ya era una tragedia para el que la sufría; su anatomía se deformaba en la medida que avanzaba la lepra, por supuesto, se llagaba el cuerpo, y esto desfiguraba el rostro, especialmente la nariz, que por cierto, es por allí que entra la enfermedad.

Es totalmente bacteriana crónica de la piel, los nervios de la mano y los pies y la membrana de la nariz.

Segundo. El entorno familiar también sufría, pues, tenían que separarse de su familiar.

Al leproso le estaba prohibido acercarse a las personas sanas.Si él caminaba por el bosque, y alguna persona venía por el mismo camino, debía apartarse y comenzar a gritar: ¡Inmundo!, ¡inmundo!

Y alejarse del paso del transeúnte. La Biblia comenta algo muy particular relacionado con estos enfermos.

Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará sólo; fuera del campamento será su moradaLevítico13:44-45

Un leproso hace sonar la campana,

Para advertir a los demás

De su enfermedad contagiosa.

También había sanciones para los leprosos y para cualquier otra persona que fuese declarada inmunda. No podían transgredir lo establecido. Esto es: no podían acercarse donde hubiese reunión personas.

UN LEPROSO ENCUENTRA A JESÚS.

“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo:

Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos”. Mt.8:1-4

Este leproso, al igual que la mujer enferma que tenía flujo de sangre, desde hacía 12 años. Estaban infringiendo la ley.

Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.Lc.8:43-44

Los dos, en tiempos diferentes, se acercaron a Jesús con mucho temor, pues podían ser lapidados por estar en medio de gente de la ciudad en esas condiciones.

Al leproso Jesús le dijo: “no se lo digas a nadie”:

Esto es, para evitarle que fuese castigado.

Pero no lo dejó que evadiera su responsabilidad de cumplir con lo establecido en la ley levítica, presenta la ofrenda por tu sanidad”, para testimonio a ellos, o sea, para que ellos vean, que cumples con la ley ceremonial. Lev.14:1-10

Asimismo la mujer que tenía flujo de sangre, desde hacía doce años, sabía que estaba fuera de lo establecido en la ley levítica y, queda descubierta su transgresión cuando la Biblia anota su conducta medrosa:

Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo había sido sanada” Lc. 8:43-47

Jesucristo es el único que verdaderamente saca al hombre de las angustias más terrible, y se las convierte en paz.

Cuando Cristo le dijo: Si quiero, era la respuesta a un hombre despreciado de la sociedad por su condición infrahumana. Este enfermo, exponiéndose a todo, acude al que todo lo puede:

El que convirtió el agua en vino.

El que levantó a Lázaro de la tumba.

El que le dijo al mar: Calla, enmudece.

El que alimento con cinco panes y dos pececillos a una multitud de cinco mil.

El que dijo al paralítico Levántate y anda.

El que dijo: Yo soy la resurrección y la vida:

Jesús, no sólo dice una palabra para que este hombre quede sano, sino que hace lo que ninguno se hubiese atrevido a hacer.

Le dijo. Quiero; sé limpio.

Y más aún, realiza lo que nadie esperaba: Extendió la mano y LO TOCÓ. Pues allí estaba el que había dicho: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Jn.11:25

Seguidamente, dice la Escritura: Y al instante la lepra se fue de él.

También toda tu culpa desaparecerá si acudes a Cristo. Él te dice:

Sí Quiero, sé salvo.

De cierto de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Jn.5:24

Dios te bendiga.

Rev. Lorenzo Pino

lorenzopino2@hotmail.com

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